sábado, 29 de septiembre de 2007

Roberto Balado




La muerte no lo mató
Por Elio Menendez


Para no pocos entendidos en materia boxística, el supercompleto cubano Roberto Balado Méndez ha sido una de las más sobresalientes figuras que han pasado por el boxeo aficionado mundial, pese a no poseer las cualidades físicas que, se dice, deben aflorar en todo púgil de la división máxima.
Balado, sépanlo quienes no lo conocieron, era, efectivamente, la negación física del peso supercompleto. De baja estatura y poco alcance con sus brazos para combatir entre los más de 91 kilos, Roberto poseía, además, franca tendencia a engordar.
Y si ganar kilos de peso no le perjudicaba en relación con la báscula, por cuanto en su división no hay límites a la crítica hora del pesaje, sí contribuía a restarle velocidad, una de las principales —si no la principal— arma del caballeroso atleta cubano que calzara con éxito los guantes dejados por el legendario Teófilo Stevenson.
Para suplir los inconvenientes señalados, el titular olímpico en Barcelona'92 poseía una extraordinaria velocidad de manos y piernas, vista de águila para ver llegar los golpes, e inteligencia...¡mucha inteligencia!.
Roberto Balado Méndez, cuyo nombre lleva ahora el gimnasio del capitalino municipio La Lisa donde se hizo boxeador, dio la primera clarinada cuando ganó el campeonato mundial juvenil efectuado en La Habana'87. No obstante, el triunfo fue recibido con cierta reserva por los catedráticos de la asignatura, quienes le auguraban poco futuro en la categoría de mayores, debido a su nada impresionante físico.
Mal pronóstico. Al referido título juvenil del orbe, Balado sumó tres de mayores tras imponerse en Moscú'89, Sydney'91 y Tampere'93, más las medallas de oro ganadas en las Copas del Mundo con sedes en Bombay'90 y Bangkok´94, así como la alcanzada en los XI Juegos Deportivos Panamericanos, efectuados en La Habana, año 1991.
Otros muchos triunfos internacionales conquistó Balado, pero ninguno tan significativo como el logrado en los Juegos Olímpicos de Barcelona, cita en la cual cruzó sobre el canadiense Tom Glesby (16 golpes por 2), el estadounidense Larry Donald (10-4), el danés Brian Nielsen (15-1) y el nigeriano Richard Indineghu (13-2) para subir a lo más alto del podio de premiaciones.
Por si no bastara con tanta gloria, fue tanto lo que brilló el cubano —¡tantísimo!—, que recibió la Copa Val Barker, reservada en certámenes olímpicos a los púgiles más técnicos, honor que sólo recibiera antes su compatriota Teófilo Stevenson, hoy vicepresidente de la Federación Cubana de Boxeo.
La mañana del dos de julio de 1994, cuando al volante de su automóvil se dirigía al gimnasio en el cual entrenaba, el tricampeón del mundo y titular olímpico sufrió un accidente de tránsito que le costó la vida.
Mas, el recuerdo de Roberto Balado Méndez se mantiene vivo no sólo en los corazones de quienes le admiraron sobre el ring y desde las gradas, sino también en el torneo internacional que cada año organiza en su memoria el municipio La Lisa.
No, la muerte no mató a Balado aquella gris mañana en la carretera del Wajay.

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