sábado, 29 de septiembre de 2007

"Dar y que no me de" - Balado


“Dar y que no me den”
Por: JORGE ALFONSO

La sencilla frase insertada a modo de sumario fue la respuesta del monarca olímpico al reportero, tras interrogarlo acerca de cuál era el secreto para llegar a mantenerse en el más elevado nivel de estelaridad, a pesar de las ostensibles desventajas en estatura y peso corporal ante la mayoría de los adversarios en la división supercompleta.
Para corroborar la certeza de su afirmación basta remitirse a los datos de dos peleadores derrotados por él durante los Jugaos de Barcelona (1992), el estadounidense Larry Donald (1,88 metros de estatura y 104 kilogramos de peso) y el nigeriano Robert Igbineghu (1,86 y 103), mientras el cubano se presentó con (1,80 y 94). En los respectivos pleitos contra ellos los jueces marcaron en las computadoras 12 golpes de coincidencia a favor de Balado y sólo cuatro a Donald; algo muy similar ocurrió en la discusión de la medalla de oro al imponerse 13-2 frente a Igbineghu.
A no dudarlo, la principal virtud exhibida en los cuadriláteros por el campeón ( Jovellanos, febrero 15 de 1969 – julio 2 de 1994) consistió en conjugar la habilidad de desmarcarse con fintas y preciso golpeo en la media distancia. Sin embargo, tal vez el lector se asombre de que su entrada al pugilismo resultó pura casualidad...
“Aunque yo nací en Jovellanos, antes de cumplir un año de edad mi familia vino a vivir en La Habana Vieja y poco tiempo después la familia se mudó al barrio El Palenque, a un costado del Puente de La Lisa. Cerca de mi casa estaba el gimnasio de Rolando Rey y a veces me paraba a ver a los muchachos boxeando y, que va, de ninguna manera me decidía a entrar. Aquello de coger golpes así porque sí no iba conmigo”.
Alguien de los presentes en la conversación comentó en tono jocoso que en El Palenque todos los jóvenes sabían boxear y que Balado era un gordito a quien le quitaban la merienda. La cara de mi interlocutor se transformó entonces en un verdadero poema y hasta hizo “pucheros” con la boca por el disgusto que le causó la intencionada observación. Antes de responder, miró al entrenador Raúl Fernández –el hombre de la broma- y de sus ojos parecieron salir dos contundentes ganchos al mentón.
“Yo nunca fui guapo ni me gustaba fajarme, pero le aseguro que tampoco podían quitarme la merienda en la escuela. Un día, no recuerdo cuál, le dije a Rolando Rey que me pusiera los guantes. Eso fue en 1983 y todavía no había cumplido los 14 años de edad y pesaba poco más de 70 kilogramos. Después de escuchar mi deseo me dijo: “Coño gordo, por fin te decidiste...”.
Ahora es Raúl Fernández el que toma la palabra y nos relata cómo el ya decidido Roberto Balado llegó a la academia provincial en el Cacahual e inició la indetenible carrera hasta la empinada cumbre del pugilismo aficionado mundial
“Roberto llevaba dos o tres semanas en el gimnasio de La Lisa y allí lo vio el comisionado Manuel Echazábal. Como era bastante corpulento y necesitábamos un futuro peso completo lo matriculamos de inmediato. Le hablo con toda honestidad, yo no le vi de momento ninguna posibilidad, pues su estatura era más bien baja y el aumento de peso podía limitar el crecimiento. Durante un año completo, sin ponerle guantes, trabajé en el fortalecimiento de las piernas y el tren superior, buscando sobre todo velocidad en la esquiva y en los brazos”.
La llegada de Balado al mundo de las cuerdas coincidió con un instante definitorio en la máxima división del boxeo cubano. En 1984, Teófilo Stevenson, aunque conservaba buena forma física e incluso aspiraba a una cuarta medalla de oro olímpica, ya necesitaba del relevo capaz de continuar la senda victoriosa iniciada en Munich. De la provincia guantanamera se tenían alentadoras noticias del juvenil Félix Savón y en los predios camagüeyanos el entusiasta Eugenio “Titi” Basulto hablaba maravillas del prospecto Leonardo Martínez Fizz.
El traslado de Raúl Fernández hacia el centro de entrenamiento Orbeín Quesada, cuartel general de la preselección nacional, jugó un papel decisivo en la formación y posterior consagración de Roberto Balado. A propósito del indiscutible ascenso a los planos estelares apunta Alcides Sagarra: “Raúl habló conmigo y sin ningún tipo de compromiso acepté que lo preparara en la “finca”. Comenzó a evidenciar progresos y muy pronto lo suyo fue algo más que el simple aprendizaje. Desde el primer momento estuvo dispuesto a ayudar en los “sparrings” y no le importaba el nombre del contrario que tuviera enfrente”.
Algunos especialistas del patio cuestionaron la decisión de incluir a Balado como el representante cubano en la división supercompleta del certamen mundialista de Moscú (1989). La realidad competitiva desbarató las dudas. El debutante regresó con el título y mantuvo la continuidad. En años sucesivos (1989-1994), hasta el trágico accidente automovilístico, llovieron los éxitos
A base de puñetazos limpios convenció a los más escépticos y en total cosechó 122 victorias. Después de su marcha sin revancha, el nombre de Roberto Balado está presente en cada día de esfuerzo diario por parte de entrenadores y boxeadores, ya que supo ganarse ese puesto entre los grandes de todos los tiempos en el pugilismo cubano.

Roberto Balado




La muerte no lo mató
Por Elio Menendez


Para no pocos entendidos en materia boxística, el supercompleto cubano Roberto Balado Méndez ha sido una de las más sobresalientes figuras que han pasado por el boxeo aficionado mundial, pese a no poseer las cualidades físicas que, se dice, deben aflorar en todo púgil de la división máxima.
Balado, sépanlo quienes no lo conocieron, era, efectivamente, la negación física del peso supercompleto. De baja estatura y poco alcance con sus brazos para combatir entre los más de 91 kilos, Roberto poseía, además, franca tendencia a engordar.
Y si ganar kilos de peso no le perjudicaba en relación con la báscula, por cuanto en su división no hay límites a la crítica hora del pesaje, sí contribuía a restarle velocidad, una de las principales —si no la principal— arma del caballeroso atleta cubano que calzara con éxito los guantes dejados por el legendario Teófilo Stevenson.
Para suplir los inconvenientes señalados, el titular olímpico en Barcelona'92 poseía una extraordinaria velocidad de manos y piernas, vista de águila para ver llegar los golpes, e inteligencia...¡mucha inteligencia!.
Roberto Balado Méndez, cuyo nombre lleva ahora el gimnasio del capitalino municipio La Lisa donde se hizo boxeador, dio la primera clarinada cuando ganó el campeonato mundial juvenil efectuado en La Habana'87. No obstante, el triunfo fue recibido con cierta reserva por los catedráticos de la asignatura, quienes le auguraban poco futuro en la categoría de mayores, debido a su nada impresionante físico.
Mal pronóstico. Al referido título juvenil del orbe, Balado sumó tres de mayores tras imponerse en Moscú'89, Sydney'91 y Tampere'93, más las medallas de oro ganadas en las Copas del Mundo con sedes en Bombay'90 y Bangkok´94, así como la alcanzada en los XI Juegos Deportivos Panamericanos, efectuados en La Habana, año 1991.
Otros muchos triunfos internacionales conquistó Balado, pero ninguno tan significativo como el logrado en los Juegos Olímpicos de Barcelona, cita en la cual cruzó sobre el canadiense Tom Glesby (16 golpes por 2), el estadounidense Larry Donald (10-4), el danés Brian Nielsen (15-1) y el nigeriano Richard Indineghu (13-2) para subir a lo más alto del podio de premiaciones.
Por si no bastara con tanta gloria, fue tanto lo que brilló el cubano —¡tantísimo!—, que recibió la Copa Val Barker, reservada en certámenes olímpicos a los púgiles más técnicos, honor que sólo recibiera antes su compatriota Teófilo Stevenson, hoy vicepresidente de la Federación Cubana de Boxeo.
La mañana del dos de julio de 1994, cuando al volante de su automóvil se dirigía al gimnasio en el cual entrenaba, el tricampeón del mundo y titular olímpico sufrió un accidente de tránsito que le costó la vida.
Mas, el recuerdo de Roberto Balado Méndez se mantiene vivo no sólo en los corazones de quienes le admiraron sobre el ring y desde las gradas, sino también en el torneo internacional que cada año organiza en su memoria el municipio La Lisa.
No, la muerte no mató a Balado aquella gris mañana en la carretera del Wajay.

viernes, 28 de septiembre de 2007

Cancilleria brasileña afirma que Rigondeaux y Lara estan condenados al olvido

Los boxeadores cubanos Guillermo Rigondeaux y Erislandy Lara, que fueron deportados por Brasil luego de que abandonaran la delegación cubana durante los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, prácticamente están condenados al olvido en Cuba, dice un informe de la cancillería brasileña divulgado este jueves por el diario Folha de Sao Paulo, informó EFE.
De acuerdo con el documento, que la cancillería elaboró por encomienda de una comisión del Congreso y al que el diario tuvo acceso, los dos boxeadores fueron abandonados a su suerte y no tienen perspectivas de volver a competir.
Los púgiles fueron deportados el 4 de agosto tras haber escapado de la Villa Panamericana el 22 de julio y ser localizados por la Policía brasileña en un balneario de Río.
Rigondeaux, de 26 años y doble campeón mundial y olímpico del peso gallo, y Lara, de 24 y campeón mundial de la categoría welter, negaron haber desertado y dijeron que habían sido engañados por dos empresarios que les ofrecieron un contrato en Alemania. Según la versión oficial, ellos mismos pidieron regresar a la Isla.
El informe de la cancillería brasileña, elaborado por el embajador de Brasilia en La Habana, Bernardo Pericá, afirma los deportistas no han sido contactados hasta ahora por sus entrenadores y prácticamente no tienen contacto con sus antiguos compañeros de equipo.
Ringodeaux "continúa entrenando por cuenta propia a la espera de una comunicación oficial de las autoridades deportivas sobre su futuro", añade el texto.
De acuerdo con la cancillería, el propio atleta se quejó de que "muchos de sus antiguos compañeros en el equipo de boxeo de Cuba estarían evitando mantener contacto con él" y también del "asedio de los periodistas extranjeros".
En cuanto a Lara, el documento indica que, por haber sido el capitán del equipo de boxeo con que Cuba compitió en Río de Janeiro, recibió la "mayor carga de recriminación por parte de las autoridades cubanas".
"Todo parece indicar que está condenado al olvido, sobretodo por no haber, hasta el momento, alcanzado conquistas deportivas comparables a las de su compañero", dice el texto citado por Folha de Sao Paulo.
El informe fue encomendado por la presidencia de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados de Brasil para preparar el viaje de una comisión de legisladores brasileños a Cuba que debe verificar la situación de los boxeadores deportados.
El senador socialista Eduardo Suplicy, un importante aliado del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, ya había enviado en agosto una carta a Fidel Castro en la que pedía que la carrera de los dos boxeadores no fuese interrumpida.
Según el senador, los dos púgiles tienen condiciones de ganar medallas en los Juegos Olímpicos de Pekín y no se les debe negar esa posibilidad.
Sin embargo, en un artículo publicado antes de que los púgiles regresaran a la Isla, el gobernante los calificó de "traidores" y "mercenarios". Tras la deportación, Castro dejó claro que Rigondeaux y Lara no volverían a formar parte de un equipo que represente a Cuba en eventos internacionales.

Para Rigondeaux y Lara in memoriam

El Comité Nacional para los Refugiados (Conare) de Brasil decidió este viernes conceder refugio a dos deportistas cubanos que huyeron de la delegación de la Isla durante los Juegos Panamericanos celebrados en junio pasado en Río de Janeiro, informaron fuentes oficiales citadas por EFE.
El Ministerio de Justicia, del cual depende el Conare, indicó que el estatus de refugiados le fue concedido al jugador de balonmano Rafael DaCosta Capote y al ciclista Michel Fernández García.
Como refugiados, los deportistas tendrán todos los derechos de cualquier ciudadano brasileño, obtendrán un visado de permanencia definitiva en el país e incluso podrán solicitar la naturalización, dijeron fuentes del Ministerio.
De acuerdo a las leyes de refugio brasileñas, la decisión podría ser apelada por cualquier interesado, incluido el propio gobierno cubano, aunque "no es lo usual", según fuentes del Ministerio de Justicia citadas por EFE.

Brasil denunció que los boxeadores desertores están abandonados en Cuba

Un informe de la Cancillería de ese país consigna que en la isla no tienen perspectivas de volver a competir, pese a tener posibilidades reales de ganar medallas en los Juegos Olímpicos de Pekín. En cuanto al capitán del equipo, Erislandy Lara, dicen que “todo parece indicar que está condenado al olvido”.
Los dos boxeadores cubanos que fueron deportados por Brasil luego de que desertaran durante los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro están abandonados a su suerte en Cuba, según un informe de la cancillería brasileña divulgado este jueves por el diario Folha de Sao Paulo. De acuerdo con el documento, que la cancillería elaboró por un pedido de una comisión del Congreso y al que el diario paulista tuvo acceso, los deportistas fueron abandonados a su suerte y no tienen perspectivas de volver a competir en Cuba. Los púgiles Guillermo Rigondeaux y Erislandy Lara fueron deportados el 4 de agosto por Brasil hacia Cuba tras haber desaparecido de la Villa Panamericana el 22 de julio y ser localizados por la policía brasileña en una playa. Rigondeaux, de 26 años y doble campeón mundial y olímpico, y Lara, de 24 y campeón mundial de la categoría welter, desaparecieron poco antes de presentarse al pesaje previo a su competición en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro. Al ser encontrados por la policía, negaron haber desertado y dijeron que habían sido drogados por dos empresarios que les ofrecieron un contrato en Alemania. El propio presidente cubano, Fidel Castro, fue el primero en confirmar la deserción y luego de llamarlos "traidores", dio a entender que los pugilistas difícilmente tendrían la oportunidad de reiniciar sus exitosas carreras deportivas en Cuba. Según el informe de la Cancillería brasileña, elaborado por el embajador en La Habana, Bernardo Pericá, los deportistas no fueron contactados hasta ahora por sus entrenadores y prácticamente no tienen contacto con sus antiguos compañeros de equipo. Ringodeaux "continúa entrenando por su cuenta a la espera de una comunicación oficial de las autoridades deportivas sobre su futuro", según el texto. De acuerdo con Itamaraty, el propio atleta se quejó de que "muchos de sus antiguos compañeros en el equipo de boxeo de Cuba estarían evitando mantener contacto con él" y también se quejó del "asedio de los periodistas extranjeros". En cuanto a Lara, el informe indica que, por haber sido el capitán del equipo de boxeo con que Cuba compitió en Río de Janeiro, recibió la "mayor carga de recriminación por parte de las autoridades cubanas". "Todo parece indicar que está condenado al olvido, sobre todo por no haber, hasta el momento, alcanzado conquistas deportivas comparables a las de su compañero", según el documento citado por Folha de Sao Paulo. El informe de la cancillería fue encargado por la presidencia de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados de Brasil para preparar el viaje de una comisión de legisladores brasileños a Cuba para verificar la situación de los deportistas deportados. La comisión, a pedido del diputado opositor Raúl Jungmann, del Partido Popular Socialista (PPS), aprobó hace veinte días la visita de una comisión legislativa a Cuba para establecer si los dos boxeadores están sufriendo represalias. El senador socialista brasileño Eduardo Suplicy, un importante aliado del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, ya había enviado en agosto una carta a Fidel Castro en la que pedía que la carrera de los dos boxeadores no fuese interrumpida. Según el senador, los dos púgiles tienen condiciones de ganar medallas en los Juegos Olímpicos de Pekín y no se les puede negar esa posibilidad.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

A fuerza de puños


Por Fernando Vila


El boxeo es uno de los deportes de más arraigo en Cuba. Se podría afirmar que después del béisbol es el que más público atrae. Históricas fueron las faenas de Kid Chocolate, Kid Gavilán, José Nápoles, Kid Tunero, por mencionar sólo a algunos.
En lo que a fugas se refiere en el deporte nacional, los pugilistas no se han quedado atrás. Sin duda, la presente generación de atletas no ha logrado los resultados esperados, si tomamos en cuenta su desempeño en torneos internacionales. Esta realidad revela un hecho irrefutable: no es igual pelear ante boxeadores amateurs, que enfrentarse a quienes practican el profesionalismo y están en su mejor forma física.
Del "Team Freedom" de finales de la década de los años noventa y principios de la actual, sólo tres de los muchos que han probado suerte últimamente en el profesionalismo han sido campeones mundiales: Joel Casamayor, Diosbelys Hurtado y Juan Carlos Gómez.
Casamayor es el que más impacto causó al principio, puesto que fue campeón olímpico en 1996, cuando abandonó la selección de la Isla. Cepillo, como es conocido popularmente, ha ganado varios campeonatos, pero ha perdido peleas claves ante Acelino Freitas, Diego Corrales y José Luís Castillo.
Juan Carlos Gómez es quien más tiempo ha durado en la primera plana del boxeo mundial, gracias a su permanencia ganando peleas y campeonatos. Es cierto que no se ha probado en cuadriláteros estadounidenses, pero en su país adoptivo, Alemania, ha cosechado muchas victorias: posee títulos de la WBC y de IBF en la categoría cruceros.
Pero si estos últimos se han destacado de alguna forma, no podemos olvidar que el santiaguero Hurtado vencía en 2002 al pegador estadounidense Randall Bailey para llevarse la faja de la Organización Mundial de Boxeo.
Una nueva esperanza llegó el año pasado, cuando tres de los cuatro campeones olímpicos de Atenas 2004 escaparon de la Isla para probar suerte en Alemania. El peso completo Odlanier Solís, el peso pluma Yuriorkis Gamboa y el mosca Yan Barthelemy, quienes pelean actualmente para la empresa Arena Box Promotion, son los ejemplos más reales para que otro boxeador cubano gane un campeonato mundial.
El nivel ha bajado
Estas actuaciones sólo demuestran la realidad del boxeo nacional. Desde hace años los resultados del equipo de la Isla no se acercan a los de décadas anteriores, y eso es en la categoría amateur, compitiendo con profesionales. Es un claro ejemplo de que el nivel ha bajado.
Otro de los desertores que llegaron precedidos con bombos y platillos fue Ramón Garbey, campeón mundial en Finlandia 1993. Apodado el niño, Garbey apenas se destacó a nivel profesional.
Además, el habanero Jorge Luis González fue otro de los sonados fracasos. El guanabacoense fue el mejor peso completo en su momento dentro de la Isla y apenas logró algo en el mundo profesional. Era más conocido por sus comentarios que por sus puños.
Por su parte, Eliseo Castillo obtuvo su mayor victoria ante Michael Moorer en el American Airlines Arena de Miami. Este pleito le dio la oportunidad de pelear ante el ruso Wladimir Klitschko, contienda en la cual resultó perdedor.
Los pugilistas mencionados no fueron los primeros en escapar después de 1959. Varias decenas de boxeadores lo hicieron al principio de la década de los sesenta, entre ellos se cuentan Florentino Fernández, Ultimito Sugar Ramos, Luis Rodríguez, José Nápoles, Benny Paret, José Legra, Isaac Logart y Doug Vaillant.
En los Juegos Panamericanos de 1967, efectuados en la ciudad canadiense de Winnipeg, Jorge Enrico Blanco desertó tras declararse campeón en los pesos ligeros. Más tarde se hizo llamar Jesse Ravelo y fue coach de boxeo del equipo norteamericano en los Juegos Olímpicos de Atlanta, en 1996.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Kid Tunero. Una cronica de Elio Menendez

En su época de boxeador, Kid Tunero era prácticamente invencible.
De Kid Tunero sabía por lo mucho que de adolescente leí sobre su grandeza pugilística y en dos ocasiones que lo vi pelear en el Palacio de Deportes y Convenciones, en Paseo y Mar, a mediados de los años 40. Pero lo que se dice conocerlo, no lo conocí hasta Septiembre de 1991, cuando lo traté personalmente en Barcelona, donde Evelio Mustelier refugió su vejez.
Fue en ocasión de un viaje a la Ciudad Condal en compañía de Teófilo Stevenson que tuve oportunidad de compartir por algo más de dos horas con el legendario boxeador, que sin haber sido campeón del mundo venció a cuatro que sí lo fueron: Marcel Hill, Antón Christofidis, Ken Overlin, -dos veces a cada uno- y Edzar Charles.
Después del almuerzo durante el cual Stevenson y Tunero se prodigaron atenciones y recíproca admiración, siguió la conferencia que Teófilo ofreció a varios cientos de voluntarios comprometidos con las obras de la Olimpiada, momento que aproveché para "secuestrar" al Caballero del Ring, como llamaron a Tunero.
Me contó cómo en Banes, donde su familia fue a vivir cuando él apenas había cumplido un año, se le metió el boxeo en la sangre al ver sobre el techo de un comercio a dos muñecos de metal, que a semejanza de Jack Johnson y Jess Willard, impulsados por el viento, imitaban un combate. Tenía por entonces ocho o nueve años de edad.
No había efectuado una docena de peleas en Cuba, todas semiprofesionales, cuando empacó sus escasas pertenencias y en 1929 partió a la conquista de Europa. En el Viejo Mundo se hizo de un nombre y resultó auténtico ídolo por sus combates contra el adversario que llevaba enfrente y el reumatismo que no cesó de hostigarle.
UN LARGO CALVARIO
La invasión alemana a Francia durante la II Guerra Mundial lo sorprendió peleando en Sudamérica, lejos de la esposa y dos hijos franceses que dejó en la Costa Azul de la Riviera. Comenzó entonces para Tunero un angustioso calvario de seis años de separación, sin siquiera noticias de la familia que dejó en la Europa devastada.
Fue por entonces que debutó como profesional en una Cuba que no lo conocía en rol de estelarista, saltó a giras por Estados Unidos y otros países, y en 1946, derrotadas las hordas fascistas, se reencontró con los suyos en Paris.
A pocos costó tanto trabajo abrirse paso hacia la popularidad. Afuera, Tunero combatía frente a vacas sagradas locales y cuando volvió a su Patria era virtualmente un desconocido. Su estilo depurado y su escuela clásica europea no le facilitaron de un tirón el favor de las graderías en su país. Tuvo que vencer a los mejores púgiles cubanos y extranjeros, para que tanto el público como la cátedra especializada le dieran el visto bueno.
Una pelea que Tunero jamás olvidó fue la efectuada en Paseo y Mar frente al peso mediano Hanking Barrows, un destacado pugilista panameño bien conocido de los cubanos por haberse presentado varias veces en La Habana. Al finalizar el combate, el cubano fue declarado vencedor con el beneplácito unánime de jueces y fanáticos, para quienes aquella había sido solo una pelea más. Pero Evelio Mustelier no pensaba lo mismo. En los días que siguieron al combate, me contó en las gradas del estado olímpico catalán, padeció fuertes dolores de cabeza, mareos y una sensación rara que nunca antes había experimentado. No lo consultó con nadie pero intuyó que había llegado la hora. Si, porque Tunero los conocía bien. Hombres ebrios de golpes, que perdidos en el tiempo, deambulan por calles y gimnasios, balbuceantes al hablar, con la ingenua sonrisa de un niño y el vacilante andar de un viejo. No, él no iba a ser uno de tantos.
AL TRIUNFO DE LA REVOLUCION
Al triunfo de la Revolución, Kid Tunero trabajó como técnico por corto tiempo en varios gimnasios municipales, además como preparador con la cuadra profesional de Yamil Chade, en la que figuraban entre otros un decadente Kid Gavilán, Robinson García y Sarvelio Fuentes, hoy técnico principal del equipo nacional de boxeo cubano.
Kid Tunero regresó a Europa y tras la erradicación del deporte rentado en Cuba, pasó un cable a Sarvelio Fuentes en el cual le ofrecía el contrato para una pelea en Paris contra el campeón francés Loyand Lebecquer, oferta que Sarvelio rehusó para quedarse trabajando en su país. Al llegar el baracoense José Legrá a España, Kid Tunero se convirtió en su mentor y de la mano conquistaron el campeonato mundial de los pesos plumas.
Cuando en medio de la charla le pregunté al viejo gladiador si le gustaría volver a Cuba, asintió con la cabeza para de inmediato confesar que prefería morir en Barcelona, donde hacía poco había enterrado a su esposa. Me dijo de su soledad pese a que Legrá le hacía frecuentes visitas y que le satisfacía salir temprano a caminar bajo el sol matinal, pues el frío de la tarde le causaba daño.
Al separarnos, el Caballero del Ring me estrechó con fuerza la mano en señal de despedida. Pocos días después un cable de una agencia noticiosa daba a conocer al mundo que los funerales de Evelio Mustelier, fallecido a los 82 años de edad, serían sufragados por el gobierno autónomo de Cataluña.

Reaparece el campeon cubano Joel Casamayor


El proximo 10 de noviembre en el Madison Square Garden reaparecera el campeon cubano de peso ligero Joel Casamayor, en una cartelera estelar donde se presentaran figuras de la talla de Miguel Cotto, Shane Mosley y Antonio Margarito.

El "Cepillo" Casamayor con record profesional de 34 victorias, 3 controvertidas derrotas y 21 KOs en su haber, firmo con Golden Boy Promotions y vuelve luego de 13 meses sin pelear para hacer la defensa de su título ante el probador José Armando Santa Cruz (25-2, 14 KOs).