miércoles, 26 de septiembre de 2007

A fuerza de puños


Por Fernando Vila


El boxeo es uno de los deportes de más arraigo en Cuba. Se podría afirmar que después del béisbol es el que más público atrae. Históricas fueron las faenas de Kid Chocolate, Kid Gavilán, José Nápoles, Kid Tunero, por mencionar sólo a algunos.
En lo que a fugas se refiere en el deporte nacional, los pugilistas no se han quedado atrás. Sin duda, la presente generación de atletas no ha logrado los resultados esperados, si tomamos en cuenta su desempeño en torneos internacionales. Esta realidad revela un hecho irrefutable: no es igual pelear ante boxeadores amateurs, que enfrentarse a quienes practican el profesionalismo y están en su mejor forma física.
Del "Team Freedom" de finales de la década de los años noventa y principios de la actual, sólo tres de los muchos que han probado suerte últimamente en el profesionalismo han sido campeones mundiales: Joel Casamayor, Diosbelys Hurtado y Juan Carlos Gómez.
Casamayor es el que más impacto causó al principio, puesto que fue campeón olímpico en 1996, cuando abandonó la selección de la Isla. Cepillo, como es conocido popularmente, ha ganado varios campeonatos, pero ha perdido peleas claves ante Acelino Freitas, Diego Corrales y José Luís Castillo.
Juan Carlos Gómez es quien más tiempo ha durado en la primera plana del boxeo mundial, gracias a su permanencia ganando peleas y campeonatos. Es cierto que no se ha probado en cuadriláteros estadounidenses, pero en su país adoptivo, Alemania, ha cosechado muchas victorias: posee títulos de la WBC y de IBF en la categoría cruceros.
Pero si estos últimos se han destacado de alguna forma, no podemos olvidar que el santiaguero Hurtado vencía en 2002 al pegador estadounidense Randall Bailey para llevarse la faja de la Organización Mundial de Boxeo.
Una nueva esperanza llegó el año pasado, cuando tres de los cuatro campeones olímpicos de Atenas 2004 escaparon de la Isla para probar suerte en Alemania. El peso completo Odlanier Solís, el peso pluma Yuriorkis Gamboa y el mosca Yan Barthelemy, quienes pelean actualmente para la empresa Arena Box Promotion, son los ejemplos más reales para que otro boxeador cubano gane un campeonato mundial.
El nivel ha bajado
Estas actuaciones sólo demuestran la realidad del boxeo nacional. Desde hace años los resultados del equipo de la Isla no se acercan a los de décadas anteriores, y eso es en la categoría amateur, compitiendo con profesionales. Es un claro ejemplo de que el nivel ha bajado.
Otro de los desertores que llegaron precedidos con bombos y platillos fue Ramón Garbey, campeón mundial en Finlandia 1993. Apodado el niño, Garbey apenas se destacó a nivel profesional.
Además, el habanero Jorge Luis González fue otro de los sonados fracasos. El guanabacoense fue el mejor peso completo en su momento dentro de la Isla y apenas logró algo en el mundo profesional. Era más conocido por sus comentarios que por sus puños.
Por su parte, Eliseo Castillo obtuvo su mayor victoria ante Michael Moorer en el American Airlines Arena de Miami. Este pleito le dio la oportunidad de pelear ante el ruso Wladimir Klitschko, contienda en la cual resultó perdedor.
Los pugilistas mencionados no fueron los primeros en escapar después de 1959. Varias decenas de boxeadores lo hicieron al principio de la década de los sesenta, entre ellos se cuentan Florentino Fernández, Ultimito Sugar Ramos, Luis Rodríguez, José Nápoles, Benny Paret, José Legra, Isaac Logart y Doug Vaillant.
En los Juegos Panamericanos de 1967, efectuados en la ciudad canadiense de Winnipeg, Jorge Enrico Blanco desertó tras declararse campeón en los pesos ligeros. Más tarde se hizo llamar Jesse Ravelo y fue coach de boxeo del equipo norteamericano en los Juegos Olímpicos de Atlanta, en 1996.

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